El sonido del despertador. El sabor amargo de las sabanas enredándose en tus mejillas, sonrojadas de una noche con algo más que unas copas de más. Un desayuno con revuelto de risas y de besos en la cara, con reproches en la nevera y las cartas en la mesa. Con un puñado de acertijos de futuro, de trabajo de adivinos y esperanza en las espaldas del esfuerzo y la constancia.
Un sentimiento intenso, como caminar contra la resaca del mar, como la adrenalina de un salto mortal, como el suspirar de los andenes antes de llegar los pasajeros.
Ver los primeros rayos de sol por los recovecos de tu cuerpo y saber que está llegando el Verano.
2 comentarios:
Que belleza de texto, me ha encantado tanto que lo he leido dos veces ;)
que preciosa una resaca asi, eh?
Publicar un comentario