sábado, 27 de febrero de 2010

Algo más que un simple juego

No hay nada que no pueda hacer yo aquí después de tantos años. Amo esto. Amo enfretarme al cesped todos los domingos, y sentir ese cosquilleo antes del pitido inicial.
No hay ninguna situación a la que no me haya enfrentado, lluvia, granizo, nieve, incluso ese frío que se te mete por las fosas nasales y te congela el cerebro hasta tal punto, que lo único caliente en tu cuerpo sea tu corazón, y es que a esto hay que jugar de corazón. No puedes pensar que no vas a llegar, o "eso ya es gol", ni siquiera puedes permitirte el lujo de mirar a la grada y sonreir. Siempre en tensión, esa es la clave. Determinación. Cruzas el borde del área con el balón, chutas arriba, fuerte, inalcánzable, a veces la presión es buena, a veces el truco es confiar en ti. No confiar en que serás fifa world player, bota de oro, mejor jugador europeo y pichichi de la liga, si no confiar en tu equipo de tercera juvenil, confiar en ese portero moreno que a veces parece volar, confiar en esos centrales que a veces grindan mesas, y en esos laterales que dan vida a las letras. Confiar en aquellos mediocentros improvisados, menos aquel que nació para sustituir a Xabi Alonso en la selección, o aquellos locos bajitos que se distribuyen en el ataque. Pero sobre todo confiar en ti, confiar en que confian en ti. Porque sabes que nunca caminarás solo, y dentro y fuera del campo, ellos estan contigo.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Trastos inutiles

Era frío, y era más que hacía, ya que la escarcha de entre las hojas reflejaba la luz de aquella luna de enero.
Tenía los dientes sucios de morder tanto la lona, las manos vacías de sentimientos, los guantes llenos de recuerdos y el corazón, envejecido a pesar de que prometio que sería lo último que en el se llenase de telarañas.
Juró enamorarse de los mugrientos vasos de whisky aunque fuera martes, juró rezar aunque no fuera domingo, aunque no creyera en Dios. Juró curarse las heridas aunque ya no le doliese, aunque ya no le importara llenar las sabanas de sangre... y traicionó todo lo que conocía por romper estas promesas.
Se llenó la mochila de trastos inutiles, de sus viejos juguetes, de sus locuras adolescentes y su mal humor mañanero. Incluyó los comics de ceniza en un portal, los libros de besos en la mejilla, la sinceridad, bien abajo para tener que sacar todo antes de encontrarla y huyó todo lo lejos que el imán que le ataba a ella le permitió.

Mi otro cuerpo, mi otra piel, mi equilibrio, mi equipaje...

miércoles, 10 de febrero de 2010

Miedo


¿Como definirlo?

Tal vez nadie sepa. Tal vez nunca hayais tenido tanto como para poder saber lo que es. Todo hemos tenido miedo al la oscuridad, a esos chicos malos que veías en la tele antes de que tu madre te tapara los ojos y añadiera: "¡No mires!", todos tubimos miedo a E.T hasta que nos dijeron que era bueno, a los marvel de colores, incluso nos caía bien el capitan Garfio, hasta que al saber que era el mayor hijo de puta de la historia de Disney, acabamos por cojerle miedo. Todos hemos tenido miedo a la muerte o a la soledad, pero ¿tanto?. ¿Tanto como para que cada soplo de aire sea un lija en tu garganta? ¿tanto como para no fiarte ni de tu sombra, para medir cada paso o sentir que todo saldrá mal? ¿tanto como para que todo sea un camino empedrado, sin salidas, sin autovías, sin atajos? ¿tanto?.
Pero quizás tanto miedo sea al fin y al cabo, instructivo, constructivo, incluso... bonito.
Los joyeros tienen miedo a que les roben, todas esas pequeñas piedrecitas con tanto valor, pero mirarlas para ellos es satisfactorio, es... bonito.
Los narcotraficantes tienen miedo de que les pillen con todo su fardo, pero cuando realizan la entrega y agitan el dinero para que su olor inunde el aire, es bonito.
Y si, ella es la joya y la droga, es la satisfación y el deseo, es la felicidad y la calma, es miedo puro, cortado y envasado en pequeñas dosis al vacío del alma.

Da miedo, es cierto, pero es bonito. Tener tanto que perder es bonito.