Volver entero, con los brazos atados a la nuca.
Volver despacio, sin hacer ruido, para que el susto no sea grande y pueda sacar suavemente el corazón de debajo de la almohada, en silencio, sin protestas.
Volver y gritar que estás preciosa, que el olor de esta tarde te pega con la sonrisa, y que el sol vaa juego con tus playeros.
Volver y querer volar. Volver y soñar. Volver y llenar la maleta de nuevas ilusiones, nuevos proyectos, volver despacio, para que no duelan tanto las dilataciones de la vida, y que nunca más irse duela tanto, porque la solución es carente de significado.
... Y cuentan que un verano voló, y se dejó el corazón debajo de la almohada, que le dijo, que no volvería, que no la esperara.
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