martes, 3 de enero de 2012

fin

Y al final, todo se basa en eso, en quemar hojas del calendario pensando en nuestro instinto homicida. En escuchar las voces que otros no oyen, en (a)pagar los fuegos que otros provocan, ser especiales, diferentes, atrevidos, soñar como tontos y caer como moscas, volar como el aire y correr como ratas. Tan triste como la vendetta, como un anuncio de colonia, inconexo, intenso, cruel como la sonrisa escarlata de las mujeres de las cristaleras de las peluquerías. Y es que poco a poco la luz de la esperanza se difumina, y cualquier día de "como estás" y "cuanto tiempo" que recuerdas cuando solo existía una puta duda para tirarse de cabeza, en días donde pesaba más la ropa que los problemas, donde todo era segundo plato del postre.



O quizás volver a respirar la brisa, y migrar a otro pelo donde anidar raíces, fuertes, atrevidas, de verdad. Todo podría ser más fácil que afrontar la destrucción de otro día, la frustración de esos sueños que se escapan entre los dedos, la angustia de un invierno que no pasa.

3 comentarios:

Lu.- dijo...

Ese invierno ya pasara y dejara mas cálido el corazón :)

Besos*

Itziar Menor dijo...

Quedan muchos inviernos aún, quizá todavía no ha llegado el que esperas.

Saludos^^

Cris* dijo...

"En días donde pesaba más la ropa que los problemas" Diooos, yo quiero volver a esos días. Un besazo. Muy bueno el texto.